Los libros del oto?o se vacunan con valores seguros
Nombres como Antonio Mu?oz Molina, David Trueba, Bel¨¦n Gopegui, Jonathan Franzen, Ali Smith o Margaret Atwood protagonizan la ¡®rentr¨¦e¡¯ literaria
El comienzo del oto?o literario espa?ol tiene tres escenarios: las librer¨ªas, los centros de vacunaci¨®n y el parque del Retiro. Los libros m¨¢s madrugadores ya reinan en las primeras y los lectores m¨¢s j¨®venes desfilan por los segundos mientras el resto hace listas para la feria de Madrid, que empieza el 10 de septiembre con limitaciones que condicionar¨¢n una de sus ceremonias clave: las firmas anal¨®gicas (y su variante digital, los selfis con novelistas).
Las librer¨ªas tendr¨¢n que seleccionar bien a los autores que llevan igual que han hecho las editoriales con los libros que lanzan. La apuesta por nombres consagrados es uno de los s¨ªntomas de que la crisis del coronavirus genera riesgos que conviene minimizar. La paradoja es que esos nombres no vienen a servirnos relatos amables, sino historias atravesadas por la cara menos luminosa de la sociedad y de la pol¨ªtica. A veces, literalmente.
1. Pol¨ªtica en prosa
Despu¨¦s de firmar una pel¨ªcula que mereci¨® mejor suerte (A este lado del mundo) y un maravilloso relato autobiogr¨¢fico que ojal¨¢ tenga continuidad (Ganarse la vida), David Trueba lanza Queridos ni?os (Anagrama), una novela narrada por un asesor pol¨ªtico brillante, c¨ªnico y lector de Aza?a. De provincia en provincia, la caravana de la candidata presidencial Amelia Tom¨¢s atraviesa el pa¨ªs acompa?ada de un ¡°equipo ¨ªntimo¡± que le sirve a Trueba para desplegar un hilarante abanico generacional al tiempo que reflexiona, sin pa?os calientes, sobre los medios de comunicaci¨®n (un simulacro de realidad) y la democracia (que solo tiene ¡°un punto d¨¦bil¡±: depende de la gente, es decir, de los ni?os del t¨ªtulo). Con di¨¢logos fulgurantes pero sin subrayados para lucirse, la comedia se agria hasta dar sentido a una de las tempranas reflexiones del asesor, tan apropiada para tiempos de neonormalidad: ¡°El problema de la gente es que solo sabe guiarse por la propia experiencia. La mayor¨ªa ha renunciado a toda otra construcci¨®n mental que no pase por lo vivido, por lo ya experimentado. Por eso las mejores democracias surgen tras las guerras, tras los desastres, tras los desmanes. Cuando a¨²n est¨¢ reciente el dolor, la memoria del da?o. Con el paso del tiempo, olvidan el trauma y vuelven a precipitarse hacia el fuego¡±.
2. Po¨¦tica y pol¨ªtica
Lo personal es pol¨ªtico, pero las ficciones suelen ocuparse m¨¢s de lo primero. De hecho, en la narrativa espa?ola reciente son escasos los ejemplos protagonizados por esos seres con corbata y argumentario que, por encima de nuestras posibilidades, acaparan peri¨®dicos y telediarios. Junto a Miguel Delibes (El disputado voto del se?or Cayo), Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n (Asesinato en el Comit¨¦ Central), Antonio J. Rodr¨ªguez (Candidato) o Julio Fajardo Herrero (Asamblea ordinaria), una de las pocas que se han asomado a la pol¨ªtica de aparato es Bel¨¦n Gopegui (Acceso no autorizado). Gopegui pasa por ser una novelista abiertamente pol¨ªtica y lo es; tambi¨¦n abiertamente po¨¦tica. Esa segunda dimensi¨®n, muy presente en su prosa, se hace a¨²n m¨¢s evidente en Existir¨ªamos el mar (Literatura Random House), la biograf¨ªa coral de un grupo de ya-no-tan-j¨®venes que comparte algo m¨¢s que un piso. La novela est¨¢ contrapunteada por versos como estos: ¡°No quiero sentir contigo / lo que quiero / contigo / es dejar un rastro / en el hielo que cubra las rocas y el verde / para el camino / de los siguientes¡±.
3. En la polis
Antonio Mu?oz Molina es uno de los escritores que m¨¢s esfuerzo han dedicado a reflexionar narrativamente ¡ªes decir, andando¡ª sobre la relaci¨®n entre urbanismo y urbanidad, ciudadan¨ªa y democracia o, ya lo dijimos, lo personal y lo pol¨ªtico. Todo eso atraviesa las p¨¢ginas de Volver a d¨®nde (Seix Barral), mezcla de diario del confinamiento, memoria familiar y retrato de un ciudadano que cultiva tomates en el balc¨®n mientras imagina la vida a sus vecinos. La trayectoria de Mu?oz Molina como narrador puro ha opacado una l¨ªnea de su trabajo que ¡ªdesde Ardor guerrero a Un andar solitario entre la gente, pasando por Como la sombra que se va¡ª lleva a?os expandiendo los l¨ªmites de la escritura autobiogr¨¢fica. A esa puerta del yo, por cierto, llama tambi¨¦n este oto?o Carlos Marzal con Nunca fuimos m¨¢s felices (Tusquets), una historia de infancia y pasi¨®n futbolera.
Si la acci¨®n de Volver a d¨®nde se mueve entre el pasado, la calle de O¡¯Donnell y el parque del Retiro, la de Los vencejos (Tusquets) se desarrolla unos cientos de metros m¨¢s al noreste, en el barrio madrile?o de la Guindalera. Ese es el territorio de Toni, un hombre que pone fecha a su muerte y, mientras, se dedica a contar su vida y la de una red de familiares, amigos, conocidos y saludados. Retomando la estructura de escenas breves que tan buen resultado le dio en Patria, Fernando Aramburu consigue demostrar que del ¨¦xito de ventas tambi¨¦n se sale vivo. Algo a lo que tambi¨¦n se ha aplicado Manuel Vilas con Los besos (Planeta), su primera obra de ficci¨®n tras Ordesa y su secuela planetaria, Alegr¨ªa.
4. Pol¨ªtica transatl¨¢ntica
Suele decirse que la literatura latino?americana tiene en Espa?a m¨¢s prestigio que lectores. Por eso es de agradecer que el oto?o en que Colombia protagoniza la Feria del Libro de Madrid traiga los nuevos libros de Fernando Vallejo (Escombros, Alfaguara), Ida Vitale (Tiempo sin claves, Tusquets), el C¨¦sar Aira ensayista y premio Formentor (La ola que lee, Literatura Random House) y otro cap¨ªtulo autobiogr¨¢fico de Ra¨²l Zurita (Sobre la noche el cielo y al final el mar, LRH). O, por no salir de Chile, la esperad¨ªsima primera novela de Paulina Flores (Isla Decepci¨®n, Seix Barral) o el rescate espa?ol de Space Invaders (Min¨²scula), el libro de Nona Fern¨¢ndez que apunta todo lo bueno de su obra maestra (La dimensi¨®n desconocida) y, marca de la casa, regresa al golpe de Pinochet para reflexionar sobre la relaci¨®n entre los recuerdos que guardamos del pasado y los sue?os con los que imaginamos el futuro. Y a¨²n m¨¢s de agradecer es que algunos sellos independientes apuesten por nombres nuevos con libros nada complacientes. Es el caso de Virginia Cosin (Pasaje al acto, Malpaso) o Marina Closs (Tres truenos, Tr¨¢nsito).
5. Pol¨ªtica de autor
En Espa?a se venden muchos ejemplares de pocos t¨ªtulos ¡ªArturo P¨¦rez-Reverte ya calienta motores (de barco) con El italiano (Alfaguara)¡ª y se traduce much¨ªsimo, casi lo que no est¨¢ escrito. Tambi¨¦n la literatura extranjera viene cargada de pesos pesados, empezando por el rey estadounidense de la novela europea de ambici¨®n decimon¨®nica: Jonathan Franzen. El 21 de octubre estar¨¢n en las librer¨ªas las m¨¢s de 600 p¨¢ginas de Encrucijadas (Salamandra), primera entrega de una trilog¨ªa sobre la familia, su gran tema. Un matrimonio en disoluci¨®n y sus cuatro hijos escenifican un cruce de destinos y caracteres que Becky resume as¨ª en una carta a uno de sus hermanos: ¡°Ellos eligieron, t¨² elegiste, yo eleg¨ª. Al menos uno de nosotros es feliz con su elecci¨®n¡±. La feliz es ella. Y la editora de Franzen, claro, que tambi¨¦n lo es de Margaret Atwood, que publica MaddAddam, cierre de la trilog¨ªa dist¨®pica de la autora de El cuento de la criada. Las series, y no solo las de televisi¨®n, son una apuesta segura cuando el primer t¨ªtulo engancha al p¨²blico. Es el caso de Ali Smith y su ciclo sobre las estaciones, que se cierra con Verano (N¨®rdica). Smith es, adem¨¢s, la autora del entusiasta pr¨®logo a Las voces ¡ª¡±ingeniosa, delicada y alegre¡±¡ª, el t¨ªtulo con el que Blackie Books contin¨²a su Biblioteca Muriel Spark (los impacientes pueden completarla con los t¨ªtulos de la escritora escocesa publicados hasta ahora por Impedimenta). Otro escoc¨¦s delicado pero no alegre es Douglas Stuart, que gan¨® el a?o pasado el Booker con Historia de Shuggie Bain (Sexto Piso), protagonizada por un muchacho empe?ado en que su madre no se hunda ni el mundo lo hunda a ¨¦l. Y por el lado del salto mortal con red: un Paul Auster de 1.000 p¨¢ginas pero sin ficci¨®n: La llama inmortal de Stephen Crane (Seix Barral).
6. Y adi¨®s
Tambi¨¦n se empe?a ¡ªesta vez en acompa?ar a una amiga enferma terminal¡ª la narradora de Cu¨¢l es tu tormento (Anagrama), de Sigrid Nunez, que ya dio una lecci¨®n magistral sobre como contar el duelo en El amigo. ¡°El sentido de la vida es que se detiene¡±, dice Nunez retomando una frase de Kafka. Tambi¨¦n la firmar¨ªa Francisco Brines. El ¨²ltimo premio Cervantes muri¨® en mayo dejando in¨¦dito el libro en el que llevaba trabajando un cuarto de siglo. Se titula Donde muere la muerte y el poeta valenciano se demor¨® en darlo por cerrado porque, dec¨ªa, ten¨ªa la sensaci¨®n de que terminarlo supondr¨ªa su propio final. El mes que viene lo publica Tusquets, el mismo sello en el que puede leerse su poes¨ªa reunida hasta el momento. Su t¨ªtulo lo dice todo: Ensayo de una despedida.
Puedes seguir a BABELIA en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.