Julio tiene 44 a?os pero, todav¨ªa hoy, cuando se cruza con alguien que lleva la misma colonia de don Chemi, el religioso salesiano que abus¨® de ¨¦l en su colegio de Deusto, tiene que pararse con arcadas y a veces se pone a vomitar all¨ª mismo. Leopoldo Mart¨ªn, madrile?o, confiesa a sus 80 a?os que no hay d¨ªa que no recuerde los abusos que sufri¨® en un internado de Valladolid. ¡°Siempre est¨¢n aqu¨ª, siempre est¨¢n en mi cabeza¡±, dice golpe¨¢ndose la frente. Impresiona que un anciano tenga presente a diario el ni?o que fue en una imagen de dolor, una infancia marcada hasta la vejez. Decenas de v¨ªctimas de abusos en Espa?a han guardado silencio durante d¨¦cadas, ante la versi¨®n oficial de que este es un problema que no existe ni ha existido en este pa¨ªs, de que es una excepci¨®n en el esc¨¢ndalo que sacude a la Iglesia en todo el mundo. Callaban por miedo, por verg¨¹enza, porque el cura era amigo de la familia o, muy frecuentemente, alguien admirado en la comunidad, incluso homenajeado. Pero, sobre todo, callaban porque tem¨ªan no ser cre¨ªdos. Apenas se denunciaba, porque las penas tambi¨¦n han sido leves. Jos¨¦ Luis Untoria, un agustino recoleto de Salamanca, abus¨® de diez ni?os en un colegio y en 1996 fue condenado a dos a?os de c¨¢rcel que no cumpli¨®. Hab¨ªa en total cerca de cien chicos que le acusaban y pasaron por un despacho de abogados pero al final prefirieron no denunciar. Uno de ellos se suicid¨® despu¨¦s. En la prensa, por cierto, estas noticias a veces no pasaban de media columna.
EL PA?S se propuso hace cinco meses comprobar si Espa?a era una excepci¨®n, o si lo excepcional era que en este pa¨ªs a¨²n no hubieran salido a la luz m¨¢s casos de pederastia en la Iglesia. La respuesta empieza a estar clara: los abusos en Espa?a s¨ª han existido. Queda ahora por saber cu¨¢l es la dimensi¨®n del problema. Este peri¨®dico ha investigado y desvelado ya 19 casos, con al menos 87 v¨ªctimas. Es m¨¢s de la mitad de lo que estaba registrado oficialmente en los ¨²ltimos treinta a?os: 36 casos, a trav¨¦s de 34 sentencias civiles y seis eclesi¨¢sticas. Adem¨¢s, por primera vez hemos contabilizado los casos de los que se tiene constancia, sumando los judicializados y los que han aparecido en distintos medios de comunicaci¨®n. Suman un total de 82 casos conocidos en 33 a?os; 28 de ellos en los ¨²ltimos 14 meses. Un aceler¨®n vertiginoso tras d¨¦cadas de silencio. Un secreto que empieza a caer. Ha sido posible por la valent¨ªa de las v¨ªctimas, que se han decidido a hablar.
EL DOCUMENTAL
Los secretos que se cuentan
Las v¨ªctimas de los abusos relatan todas las barreras que han encontrado para buscar justicia/ V¨ªdeo: Jaime Casal.
(14 min)
En una decisi¨®n sin precedentes, el Papa ha convocado a los obispos de todo el mundo este jueves en Roma para celebrar una cumbre monogr¨¢fica sobre esta crisis que est¨¢ lastrando el pontificado del papa Francisco. La Iglesia espa?ola llega a la cita con un esc¨¢ndalo que crece d¨ªa a d¨ªa. A lo largo de esta semana, con una serie especial, este peri¨®dico publicar¨¢ nuevos casos.
¡°Yo estaba destinado al suicidio. Si cuando estaba en manos de este cura y era su presa, con 15, 16 a?os, hubiera hecho caso a esa voz que me dec¨ªa que lo ¨²nico era tirarme al tren, no estar¨ªa aqu¨ª¡±, cuenta ?ngel Plaza, una v¨ªctima de Salamanca de un nuevo caso que EL PA?S publica hoy. La idea del suicidio ha acompa?ado en estos a?os de secreto y silencio a alguna de estas personas, que han sobrevivido sin ayuda, como han podido o se les ha ocurrido. En algunos casos, se han ido al extranjero, y la distancia y el contacto con grupos de ayuda que s¨ª existen en otros pa¨ªses les ha permitido salir adelante. Ahora, 30, 40 a?os despu¨¦s, muchas lo han contado por fin por primera vez. Muchas de ellas han acudido a EL PA?S, que hace cinco meses pregunt¨® a las 70 di¨®cesis espa?olas por las denuncias que hab¨ªan recibido y los casos que hab¨ªan instruido en sus tribunales. Solo 18 contestaron con evasivas, negativas o silencios. El 14 de octubre de 2018 el peri¨®dico decidi¨® abrir un correo electr¨®nico para recibir las denuncias directamente de las v¨ªctimas. En dos d¨ªas llegaron cien. Despu¨¦s, m¨¢s de 200.
Algunos mensajes, solo el mensaje, son de pesadilla. Llamar al remitente ¡ªmuchos no quieren hablar ni identificarse¡ª suele llevar a una larga y dura conversaci¨®n. ¡°Es usted la primera persona a la que se lo cuento en mi vida, y tengo 62 a?os¡±, dec¨ªa esta semana al tel¨¦fono una de las v¨ªctimas que ha salido la luz tras destapar este peri¨®dico el caso de Manuel Bri?as, el marianista que fund¨® la escuela de f¨²tbol del Atl¨¦tico de Madrid. ¡°Cuando vi su foto fue una convulsi¨®n, un desahogo. Admiro a la primera persona que habl¨® por primera vez. Tantos a?os callados, tanta gente¡ Siempre pensaba que a todo cerdo le llega su San Mart¨ªn. Ya ha llegado. Gracias¡±. Otra v¨ªctima que llam¨® al peri¨®dico se ech¨® a llorar: "Perdone que llore, pero es la primera persona que quiere escucharme".
?Cu¨¢ntas v¨ªctimas puede haber? EL PA?S ha creado una base de datos con todos los casos conocidos, tambi¨¦n publicados por otros medios, y contabiliza ya al menos 243 v¨ªctimas en las ¨²ltimas d¨¦cadas. De cada caso, casi nunca ha habido una sola v¨ªctima. Generalmente, cada sacerdote abusador eleg¨ªa a un ni?o y luego a otro, as¨ª durante a?os. Las v¨ªctimas que se han atrevido a romper el silencio suelen repetir una frase: ¡°Puede haber decenas¡±. Lo dijo Miguel Hurtado, el primero en acusar al fraile Andreu Soler en la abad¨ªa de Montserrat, y han emergido diez v¨ªctimas, por el momento. Lo dijo el primero que acus¨® a Francisco Carreras, un cura de Salamanca que pas¨® por una docena de pueblos durante m¨¢s de 20 a?os, aunque llegaba rebotado de Estados Unidos ¡ªdonde ya hab¨ªa sido acusado¡ª y la archidi¨®cesis de Miami hab¨ªa advertido de sus antecedentes. Hoy se conocen sus presuntos abusos a cinco v¨ªctimas. Lo dijo el primer exalumno de Deusto que escribi¨® a este peri¨®dico para hablar de don Chemi. Ahora hay ya m¨¢s de 30 denuncias interpuestas ante los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Una de estas v¨ªctimas cuenta que cuando fue a denunciarlo a la Ertzaintza el agente se qued¨® de piedra. All¨ª mismo le confes¨® que ¨¦l tambi¨¦n estudi¨® en ese colegio y el mismo cura tambi¨¦n hab¨ªa abusado de ¨¦l. Lo dijo tambi¨¦n el primero que reuni¨® valor para acusar a Manuel Bri?as, y en pocos d¨ªas han surgido otras siete v¨ªctimas en los ¨²ltimos 24 a?os.
Confirmar estas historias es arduo y laborioso, porque son casos de hace muchos a?os. A veces, el cura ha muerto y quien le protegi¨®, tambi¨¦n. Muchas v¨ªctimas ni recuerdan el apellido del criminal. Era "don Paco" o "don no s¨¦ qu¨¦". Y, adem¨¢s, la Iglesia lo niega o no recuerda nada. La Conferencia Episcopal Espa?ola (CEE) asegura que es un ¨®rgano colegiado y que, por lo tanto, no es asunto suyo, sino que compete a las di¨®cesis. Y las di¨®cesis apenas dan informaci¨®n y si lo hacen, lo hacen obligadas. Solo ense?an sus cartas cuando salta un caso en el que son descubiertos. El resto, lo siguen ocultando.
En busca de una cifra
A ra¨ªz de los 19 casos destapados por EL PA?S en pocos meses, 87 v¨ªctimas han contado su caso en este o en otros medios. Anteriormente, en tres d¨¦cadas de sentencias judiciales y can¨®nicas, hab¨ªan trascendido menos de 200 v¨ªctimas.
La Iglesia cat¨®lica espa?ola, a diferencia de la estadounidense, la alemana, la francesa, la irlandesa, no se ha mostrado, hasta la fecha, dispuesta a revisar su pasado ni a decir toda la verdad sobre los abusos sucedidos intramuros de la instituci¨®n. Lo que sabe. Cu¨¢ntos casos conoce. Cu¨¢ntos obispos han encubierto delincuentes. Cu¨¢nto dinero ha gastado en acallar denuncias. Hasta ahora, ha optado por el silencio. Su ¨²nica reacci¨®n, tras los primeros casos destapados por EL PA?S, fue crear una comisi¨®n para estudiar el problema que no incluye a las v¨ªctimas ni a expertos externos, solo a cl¨¦rigos. La CEE coloc¨® al frente de este grupo al obispo de Astorga, Juan Antonio Men¨¦ndez, conocido por haber redactado en su di¨®cesis el protocolo m¨¢s severo de actuaci¨®n contra la pederastia de las 70 di¨®cesis ¡ªobliga a denunciar a la justicia ordinaria¡ª, y por haber creado tambi¨¦n esta semana en su territorio el primer ¨®rgano de la Iglesia para asistir a las v¨ªctimas, pero tambi¨¦n muy cuestionado por silenciar e infravalorar el esc¨¢ndalo del seminario de La Ba?eza.
Por otro lado, las ¨®rdenes religiosas van por libre y no responden ante los obispos, sino directamente ante el Papa. La informaci¨®n para comprender realmente el alcance del problema est¨¢ muy dispersa. Los jesuitas de Catalu?a han sido la primera orden en emprender una investigaci¨®n interna en sus colegios, a ra¨ªz de informaciones publicadas por este peri¨®dico en diciembre.
En ocasiones, las v¨ªctimas que han dado la cara con nombres y apellidos no lo han tenido f¨¢cil cuando se han atrevido a dar el paso y contarlo. A Javier Paz, v¨ªctima de abusos en Salamanca en los ochenta y noventa, que sali¨® en La Sexta en 2014 y fue uno de los primeros en dar ese paso en Espa?a, le re?¨ªan por la calle algunos conocidos. ¡°?Pero c¨®mo le has hecho esto a don Isidro? ?Con todo el bien que ha hecho!¡±, le dijo la madre de un amigo. Se encontr¨® con una ciudad que le daba la espalda. Como Teresa Conde, de la misma ciudad, que apareci¨® en EL PA?S contando los abusos que sufri¨® por parte de un religioso trinitario. "Qu¨¦ desverg¨¹enza, salir a hablar de estas cosas en p¨²blico", ha o¨ªdo esta semana a sus espaldas al cruzarse con unas conocidas.
En el caso de Javier Paz, el obispado apenas admiti¨® los hechos en 2014 en un comunicado que anunciaba que el cura hab¨ªa sido apartado, pero sin revelar la aut¨¦ntica dimensi¨®n del caso y que hab¨ªa, al menos, otras dos v¨ªctimas. Los abusos de Paz se antojaban un caso aislado. Muchos pensaron que no ser¨ªa para tanto, o que buscaba dinero, y que para qu¨¦ remover algo despu¨¦s de tantos a?os. Despu¨¦s le ha costado el puesto de trabajo, y le ha hecho m¨¢s dif¨ªcil encontrar otro. Hay que comprender lo que significa acusar a la Iglesia, y que la Iglesia te desacredite, en un pueblo, en una ciudad peque?a de provincias.
EL TIEMPO ENTRE UN ABUSO Y SU PUBLICACI?N
La duraci¨®n se ha reducido de 80 a?os a menos de tres
La Conferencia Episcopal Espa?ola apenas se relaciona con las v¨ªctimas que aparecen en la prensa y trata de atraer hacia s¨ª a los afectados para evitar que aparezcan en los medios. Los jesuitas, la abad¨ªa de Montserrat, los salesianos, cada instituci¨®n que se ha visto salpicada ha abierto su propio correo electr¨®nico, para tratar de controlar el esc¨¢ndalo y gestionarlo con discreci¨®n.
Con miedo al exterior y al rechazo social, en estos a?os se ha creado un mundo paralelo y subterr¨¢neo de v¨ªctimas que se buscaban unas a otras a trav¨¦s de Facebook y otras redes sociales. Cuando una sal¨ªa en los medios, comenzaba a recibir mensajes de otras. Se escuchaban, se apoyaban, se daban consejos. Al mismo tiempo, a veces, tecleaban en la web el nombre de su abusador, a ver d¨®nde estaba, si segu¨ªa en contacto con ni?os... La peor tortura para las v¨ªctimas es pensar que a otros ni?os les puede estar pasando lo mismo si ellos no hablan, y se sienten culpables tambi¨¦n por eso.
De este modo, se ha ido creando el sustrato necesario para que afloraran m¨¢s casos, m¨¢s denuncias. Solo esperaban que llegara el momento adecuado, que se abriera una puerta y que alguien les escuchara. Ahora, cada nuevo episodio se difunde a toda velocidad en grupos de WhatsApp de exalumnos de un colegio, o de amigos de la infancia.
?Por qu¨¦ no lo ha dicho antes? Esa suele ser la maldita pregunta. La hace el obispo cuando alguien va a denunciar. Se la hacen muchos cuando el caso sale a la luz. Una v¨ªctima, si lo cuenta, lo cuenta cuando puede, o cuando sabe que alguien le va a escuchar. Una gran parte de los mensajes recibidos por EL PA?S son de quienes eran ni?os en los setenta y los ochenta y, ahora tienen entre 40 y 50 a?os. Eso es lo que han tardado. ¡°Ven¨ªa a casa, charlaba un rato con mis padres, sub¨ªa a mi habitaci¨®n y me tocaba. Era terrible. Cont¨¢rselo a mis padres no era una opci¨®n. Lo reverenciaban", cuenta Manuel Vilar, de Artana, Castell¨®n. Era 1982, ten¨ªa 14 a?os. Cont¨¢rselo a uno mismo, cont¨¢rselo luego a alguien, puede llevar a?os, pero es solo el principio. El trauma emerge del pasado como un suceso doloroso o feliz, como la muerte del padre o el nacimiento de un hijo. Es un camino muy largo, con continuas reca¨ªdas, insomnio, ansiedad, es casi imprescindible un tratamiento psicol¨®gico. A muchos les ha llevado al alcohol, a las drogas, a vidas desnortadas. ¡°Todas las drogas eran pocas para calmar el da?o que me hab¨ªa causado¡±, confiesa Emiliano ?lvarez, v¨ªctima en el seminario menor de San Jos¨¦ de La Ba?eza, Le¨®n, en los setenta. Se enganch¨® a la hero¨ªna, pas¨® por la c¨¢rcel. ¡°Dejas de confiar en la gente, cambias mucho de lugar, de amigos, porque cuando te empiezas a sentir a gusto se te encienden las alarmas¡±, dice Javier Paz.
Los creyentes
"Todos los que creemos en Jes¨²s buscamos que se haga justicia"Varios cat¨®licos espa?oles entrevistados por EL PA?S subrayan la importancia de que los casos de abusos salgan a la luz y se investiguen
Leer m¨¢sLas v¨ªctimas no son las ¨²nicas que se han atrevido a hablar. Hay sacerdotes, horrorizados con el esc¨¢ndalo, que est¨¢n ayudando a difundir casos de pederastia en la Iglesia. Lo hacen a escondidas, temerosos de que sus superiores los descubran. Imploran que no se publique su nombre. Hay exvicarios judiciales represaliados por hacer su trabajo y querer hacer limpieza. Curas que avisaron hace a?os al obispo de las tendencias de un sacerdote. Uno de los primeros en romper el silencio fue el vicario judicial de Cartagena, Gil Jos¨¦ Saez, que habl¨® sin rodeos con EL PA?S. ¡°La gesti¨®n que ha llevado a cabo la c¨²pula eclesial espa?ola ha sido muy mejorable. Pero ante la aparici¨®n de denuncias de v¨ªctimas la mayor parte de los representantes de la Iglesia espa?ola apuestan por que los casos ocultos salgan a la luz y los culpables sean juzgados, y las v¨ªctimas reparadas debidamente¡±, asegura.
Es bastante sorprendente encontrar receptividad y colaboraci¨®n en el Vaticano, mientras en Espa?a la Iglesia cuestiona a los periodistas a trav¨¦s de la cadena Cope, acus¨¢ndoles de ¡°manipular¡±, como ocurri¨® ante las primeras informaciones del caso de Javier Paz en Salamanca. EL PA?S public¨® unas grabaciones en las que el obispo de la ciudad, Carlos L¨®pez, le suger¨ªa que pidiera una compensaci¨®n econ¨®mica por escrito. Fue un papel con una cl¨¢usula de silencio, pero el obispado lo us¨® luego para acusar a Paz de buscar solo el dinero y nunca m¨¢s volvi¨® a llamarle.
En la Santa Sede la sensaci¨®n es que todav¨ªa hoy, 17 a?os despu¨¦s de que estallara el esc¨¢ndalo con las revelaciones del Boston Globe en Estados Unidos, relatadas en la pel¨ªcula Spotlight, cada pa¨ªs se resiste a cambiar, y sus ¨²nicos aliados son los medios. En diciembre el Papa agradeci¨® expresamente a los periodistas su trabajo de ¡°desenmascarar a los lobos¡±.
Lobos es una expresi¨®n muy adecuada para individuos muy astutos que eligen a sus presas con cuidado. Tienen un perfil asombrosamente repetitivo. Suelen ser curas populares en su comunidad, admirados incluso, volcados en los j¨®venes. Lo m¨¢s inimaginable. Y sus v¨ªctimas suelen ser ni?os solitarios, o fr¨¢giles. Javier Paz era hu¨¦rfano de padre desde los tres a?os. ¡°A m¨ª me llamaban cabeza buque, era el empoll¨®n, no jugaba con los dem¨¢s. ?l se fij¨® en m¨ª, para m¨ª era la persona que m¨¢s me quer¨ªa en el mundo¡±, cuenta ?ngel, que sufri¨® abusos en los ochenta. ¡°Me eligi¨® simplemente porque no jugaba al f¨²tbol, me quedaba aislado¡±, dice Fernando Garc¨ªa-Salmones, v¨ªctima con 14 a?os, en 1975, en el colegio Claret de Madrid. ¡°El cura me usaba como si fuera una prostituta. Llegaba, me desnudaba, me violaba y me despachaba¡±. A veces luego ten¨ªa que hacer la cama y limpiar la habitaci¨®n donde hab¨ªa sido violado. De puertas afuera, ese cura era un severo guardi¨¢n de la ortodoxia.
Cuanto peor es lo que ocurre en secreto, m¨¢s incre¨ªble es para quienes no lo saben, y ese es el abismo con que se encuentran esos ni?os para contarlo. Manuel, nombre ficticio, lleg¨® a suspender todas adrede para que le castigaran sin ir al campamento de la parroquia, y evitar as¨ª los abusos del cura, Isidro L¨®pez, de la parroquia de San Juli¨¢n, en Salamanca. Pero se present¨® en su casa y convenci¨® a sus padres para que le dejaran ir. Luego retras¨® su confirmaci¨®n, para que siguiera un a?o m¨¢s en la parroquia, porque dijo que no le ve¨ªa preparado. Es el mismo sacerdote que abus¨® de Javier Paz.
Los abusos terminaban cuando el cura se cansaba de un ni?o y eleg¨ªa a otro. O cuando crec¨ªa, le sal¨ªa vello y ya no le atra¨ªa. O cuando le trasladaban. O cuando el chico se iba de la ciudad. En algunos casos, el abuso continuaba tras la mayor¨ªa de edad. ¡°Abus¨® de m¨ª desde los diez hasta los veinte. S¨¦ que resulta dif¨ªcil de creer, si a esa edad pod¨ªa darle un guantazo y estamparlo contra la pared, pero me ten¨ªa domesticado, manipulaba mi entorno para aislarme¡±, reflexiona Javier Paz.
El primer paso de muchas v¨ªctimas, en la confianza de que era lo mejor, fue contarlo a la propia Iglesia, incluso sin decirlo a sus familias. En los casos investigados apenas hay experiencias positivas. La Iglesia siempre ha tratado los abusos a menores como pecados, no como delitos, y as¨ª pretend¨ªa que lo tomaran sus v¨ªctimas, perdonando incluso al agresor. En cuanto al sacerdote acusado, la pr¨¢ctica habitual ha sido cambiarle de parroquia, o de pueblo. Quien se lo pod¨ªa permitir, por contactos o relaciones, lo enviaba a misiones en el extranjero. Para las ¨®rdenes religiosas resultaba m¨¢s f¨¢cil. EL PA?S ha documentado 18 casos de curas o religiosos acusados de abusos que han ido al extranjero. Uno de los m¨¢s graves es el de Jordi Sanabre, huido de la justicia en 1990, cuando iba a ser procesado. Este peri¨®dico le ha encontrado en Ecuador y ha descubierto que huy¨® con la ayuda del arzobispo de Barcelona, Ricard Maria Carles. Luego ha seguido all¨ª amparado por el silencio de sus dos sucesores, tambi¨¦n cardenales, Llu¨ªs Mart¨ªnez Sistach y Juan Jos¨¦ Omella. El arzobispado de Barcelona apenas ha dado explicaciones.
AS? DESPLAZARON LAS CONGREGACIONES A LOS SOSPECHOSOS
Pase por los nombres para explorar diez casos entre 1960 y 2017
NACHO CATAL?N EL PA?S
La prioridad ha sido siempre mantener el secreto y evitar las denuncias en los tribunales. Para eso se ha llegado a comprar el silencio de las v¨ªctimas con dinero. EL PA?S destap¨® el primer caso en el que quedaba probado, el de Miguel Hurtado, v¨ªctima de abusos en la abad¨ªa de Montserrat. Recibi¨® 7.200 euros. Pero ha descubierto un nuevo caso, el de ?ngel Plaza, que publica hoy, que multiplica por 10 esa cantidad: 72.000.
En teor¨ªa, seg¨²n las reglas eclesi¨¢sticas, las di¨®cesis y las ¨®rdenes deb¨ªan abrir un proceso can¨®nico. Es un misterio cu¨¢ntos se han instruido ¨Ctras consultar a las 70 di¨®cesis, este peri¨®dico solo pudo constatar dos en las ¨²ltimas d¨¦cadas-, pero lo cierto es que en los casos desvelados se convert¨ªa solo en otro modo para acallar a la v¨ªctima. ¡°Solo te hacen perder tiempo, te enga?an, juegan con tu esperanza de que haya justicia y una soluci¨®n¡±, explica Javier Paz. Es entonces cuando algunas v¨ªctimas, como ¨¦l, decidieron grabar conversaciones, ante la certeza de que ser¨ªa la ¨²nica manera de ser cre¨ªdos. Como hizo Miguel Hurtado con el abad de Montserrat, Josep Maria Soler, en un v¨ªdeo que ahora publica este peri¨®dico: ¡°Lo haces porque sabes que no vas a ser cre¨ªdo, porque la Iglesia dice una cosa en p¨²blico y otra en privado, y te tachan de mentiroso¡±.
Ser cre¨ªdo tambi¨¦n es un reto en los tribunales. La Justicia tiene su parte de responsabilidad en que los abusos no hayan salido a la luz. ¡°Casi todo se archiva. Yo he llevado en tres d¨¦cadas unos 40 casos de abusos a menores por parte de sacerdotes, pero solo han llegado a juicio tres¡±, cuenta Manuela Torres, abogada de Salamanca especializada en este campo y miembro de la Asociaci¨®n de Juristas Themis. Quienes van a su despacho entran con la obsesi¨®n de que les crean. En la instrucci¨®n acaba siendo su palabra contra la del presunto abusador y, raramente, hay pruebas. Se suelen encargar ex¨¢menes psicol¨®gicos, aunque Torres reprocha que para la v¨ªctima es una especie de m¨¢quina de la verdad y en el caso del acusado, sirve para una posible b¨²squeda de eximentes. Y se rechazan sistem¨¢ticamente los informes psicol¨®gicos de parte de la v¨ªctima. ¡°El Supremo y el Constitucional tienen muy sentenciado que basta como prueba el testimonio de la v¨ªctima cuando cumpla unos requisitos de credibilidad, pero es un principio muy desatendido¡±, apunta. Cree que falta formaci¨®n y sensibilidad en los tribunales. Adem¨¢s, opina que en ciudades peque?as y pueblos, donde todo el mundo se conoce, este tipo de causas tienen m¨¢s dificultades para prosperar ante la falta de pruebas claras. En Salamanca, donde ella trabaja, EL PA?S ha destapado cuatro casos. De todos modos tambi¨¦n ha habido casos, en el que las condenas de los tribunales no inmutan a la Iglesia. Como el de un profesor que abus¨® de un menor en el colegio del Opus Dei de Gaztelueta (Bizkaia), condenado a 11 a?os de c¨¢rcel en noviembre de 2018, pero al que la Iglesia consider¨® inocente. El colegio, a d¨ªa de hoy, contin¨²a defendiendo al profesor y afirma que el relato de la v¨ªctima es falso.
Cuando te pasa una cosa como esa, se te incrusta en el cerebro y no sale
Testimonios
Encubrimiento, silencio, impotencia y secuelas que se arrastran durante d¨¦cadas. Afloran decenas de relatos de v¨ªctimas de abusos a manos de religiosos.
Leer m¨¢sLa cumbre
El Vaticano celebra una cumbre antipederastia sin precedentes que re¨²ne a los presidentes de las Conferencias Episcopales de todo el mundo para tomar medidas contra los abusos.
Leer m¨¢sDocumentos
La escasa y ambigua documentaci¨®n sobre la postura de la Iglesia en media docena de archivos. De los dispares protocolos de las di¨®cesis y congregaciones a una sentencia can¨®nica.
Leer m¨¢sEl sufrimiento de los abusos no solo han marcado a las propias v¨ªctimas. En muchos casos, sus hijos han crecido junto a un padre o una madre afectada por un episodio que a ellos tambi¨¦n les ha cambiado la vida. ¡°De alguna manera, la carga de lo que le hab¨ªa pasado estaba flotando en nuestra vida. Lo que le hicieron ha hecho que ¨¦l sea de una determinada manera y que, quiz¨¢, eso ha hecho que nosotras tampoco hayamos tenido una ni?ez adecuada para formarnos como personas¡±, cuenta Yolanda Mart¨ªn, la hija mayor de Leopoldo Mart¨ªn, de 80 a?os y abusado en los a?os cuarenta en un internado en Valladolid. Cuando cumplieron la mayor¨ªa de edad, decidieron buscar una respuesta a lo que hab¨ªa sucedido. Pidieron documentos a las di¨®cesis y pruebas que le permitiesen demostrar el delito que en su d¨ªa nadie juzg¨®. La justicia ordinaria consider¨® que los abusos y el maltrato f¨ªsico ¨CMart¨ªn sufre latirismo por la mala alimentaci¨®n del internado- hab¨ªan prescrito.
Todos los casos que han ido apareciendo en prensa han prescrito. Algunos curas acusados siguen impunemente con su vida. Esa es otra barrera que las v¨ªctimas luchan por derribar. El plazo de caducidad ahora mismo empieza a contar a partir de los 18 a?os: cinco a?os para el abuso, hasta los 23, y 15 para la agresi¨®n, hasta los 33. Es un reloj legal que est¨¢ totalmente desajustado con el tiempo que suele necesitar una v¨ªctima para poder contarlo. El Gobierno de Pedro S¨¢nchez preparaba un anteproyecto para elevar a 30 a?os la edad en que comienza a correr el tiempo de prescripci¨®n. La Asociaci¨®n Nacional Infancias Robadas (ANIR), la primera organizaci¨®n de v¨ªctimas que ha surgido este a?o de ¨¢mbito nacional, reclama que sea a los 50 a?os. Pero va m¨¢s all¨¢: pide que la Fiscal¨ªa act¨²e de oficio e investigue todos los casos, aunque est¨¦n prescritos, porque puede haber v¨ªctimas recientes y consideran que se debe conocer la entidad del fen¨®meno.
La especialista Gema Varona, presidenta de la Sociedad Vasca de Victimolog¨ªa, afirma que diversos estudios nacionales e internacionales sobre abusos se?alan que agredir sexualmente a un menor est¨¢ asociado con peores pron¨®sticos de reincidencia que abusar sexualmente de un adulto. Estos agresores tienen una mayor probabilidad de reincidencia. Raz¨®n, comenta, por la que la Iglesia en Espa?a deber¨ªa realizar un informe sobre su pasado y la Fiscal¨ªa investigar los casos que tambi¨¦n han prescrito. ¡°Si no se da una respuesta hay un contexto que favorece la reincidencia, m¨¢s a¨²n si se da en un contexto de ocultaci¨®n de lo que ha pasado¡±, comenta Varona.
El mapa de los abusos
Saber la verdad sobre los abusos es una tarea inc¨®moda que nadie quiere asumir, no solo la Iglesia. Ning¨²n medio se sum¨® a la investigaci¨®n de abusos de EL PA?S hasta que la prensa catalana se movi¨® por el esc¨¢ndalo de Montserrat. Luego la vasca con el de los salesianos de Deusto, aunque solo tras la primera denuncia de 10 exalumnos. En el pasado, El Peri¨®dico de Catalu?a tambi¨¦n encabez¨® en solitario en 2016 la investigaci¨®n de los maristas de Barcelona. Para la prensa local es muy dif¨ªcil abordar estos temas, salvo valientes excepciones, como La Opini¨®n de Zamora. El Gobierno tambi¨¦n ha permanecido en silencio hasta que se ha visto obligado a hacer alg¨²n tipo de movimiento. El primero, el 5 de febrero, fue pedir datos a la fiscal¨ªa de los casos abiertos en este momento, una solicitud in¨¦dita. Con el segundo, dos d¨ªas despu¨¦s, ya se dirigi¨® directamente a la Iglesia. La ministra de Justicia, Dolores Delgado, escribi¨® una carta oficial al presidente de la CEE, el cardenal Ricardo Bl¨¢zquez, para advertirle de que los casos de abusos, "sean en el seno de la Iglesia como en cualquier otra instituci¨®n, no pueden ser ocultados ni considerados como hechos privados", y que merecen "la contundente respuesta del ordenamiento jur¨ªdico penal". La CEE le ha respondido que no tiene esa informaci¨®n y que, por otro lado, no est¨¢ obligada a d¨¢rsela. El fin de la legislatura deja en suspenso, de momento, este primer gesto del Gobierno ante el esc¨¢ndalo de pederastia en la Iglesia espa?ola.
Uno de los episodios m¨¢s sorprendentes de todo este fen¨®meno, y de los m¨¢s indignantes para las v¨ªctimas, son los homenajes a los curas abusadores. En algunos casos, as¨ª termina la historia. El sacerdote acusado terminaba siendo objeto de ceremonias elogiosas en su despedida, o era invitado a celebrar bodas por familiares o conocidos de la v¨ªctima o, incluso si era trasladado, se convocaban manifestaciones de protesta de los feligreses. Era la puntilla para las v¨ªctimas. Todo el resto del mundo estaba con su agresor. Esa soledad ha comenzado a romperse y con el fin del secreto de los abusos en Espa?a ya se perfila una l¨ªnea clara que delimita el bien y el mal, el delito y el pecado, la verdad y la mentira, el silencio y la denuncia. Fidel Blasco, un sacerdote que ha denunciado varios casos lo tiene claro: ¡°Hay v¨ªctimas y hay verdugos, y hay que elegir de parte de qui¨¦n est¨¢s. No hay m¨¢s¡±.
Para ver c¨®mo se hicieron los gr¨¢ficos de este especial, lea aqu¨ª la metodolog¨ªa
- V¨ªdeo Jaime Casal
- Coordinaci¨®n y producci¨®n Patricia Gos¨¢lvez / Guiomar del Ser / Alejandro Romero
- Dise?o / Maquetaci¨®n Ana Isabel Fern¨¢ndez / Fernando Hern¨¢ndez / Nelly Natal¨ª S¨¢nchez
- Desarrollo Iv¨¢n Gonz¨¢lez
Si conoce alg¨²n caso de abusos sexuales que no haya visto la luz, escr¨ªbanos con su denuncia a abusos@elpais.es.
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