Si, en la filosof¨ªa de hace 25 a?os, la deconstrucci¨®n compet¨ªa con el liberalismo de John Rawls, en la filosof¨ªa actual predominan dos orientaciones nuevas: las neurociencias cognitivas duras, que tratan de naturalizar por completo el cerebro humano, y la visi¨®n blanda del ser humano como un ente que puede resultar herido y ser una v¨ªctima. Consideran que esa capacidad de sufrimiento es, mucho m¨¢s que sus posibilidades creativas, la caracter¨ªstica esencial del ser humano. La clave de esta transformaci¨®n est¨¢ en los cambios experimentados por la situaci¨®n social y pol¨ªtica. En 1992 est¨¢bamos viviendo el sue?o de lo que Francis Fukuyama denomin¨® el fin de la historia: el capitalismo democr¨¢tico liberal estaba implant¨¢ndose gradualmente en todo el planeta. Sin embargo, aunque entonces parec¨ªa que la ca¨ªda del comunismo era el fin de las utop¨ªas, hoy, un cuarto de siglo despu¨¦s, sabemos que la verdadera utop¨ªa fueron los felices noventa: la historia ha reaparecido, con el regreso triunfal de las divisiones, las crisis, la violencia y la amenaza de guerra mundial. ?C¨®mo hemos reaccionado a este giro imprevisto en el Occidente desarrollado?
Cuando se estren¨® ET, la taquillera pel¨ªcula de Spielberg, en Suecia, Noruega y Dinamarca prohibieron su exhibici¨®n: consideraron que la imagen poco amistosa que daba de los adultos era peligrosa para la relaci¨®n entre padres e hijos. En retrospectiva, podemos ver que la prohibici¨®n fue un indicio precoz de la obsesi¨®n con la correcci¨®n pol¨ªtica y el empe?o en proteger a las personas de cualquier experiencia que pudiera herirlas de alguna forma. Se piensa que el ser humano es un ser vulnerable al que es preciso proteger mediante una compleja serie de normas y al que hay que advertir sobre cualquier posible intromisi¨®n que pueda molestarlo. No s¨®lo se censuran experiencias reales, sino tambi¨¦n la ficci¨®n, como vemos en numerosas universidades de Estados Unidos. En la Universidad de Columbia, en Nueva York, hubo un famoso incidente en el que una alumna sufri¨® una crisis provocada por las gr¨¢ficas descripciones de violaciones en las Metamorfosis de Ovidio, que hab¨ªa tenido que leer; como consecuencia, se orden¨® a los profesores que incluyeran advertencias de contenido (trigger warnings) en las obras del canon literario que pudieran herir a estudiantes sensibles.
PINTURA DE SECUNDINO HERN?NDEZ PARA BABELIA
¡°Si no puedes afrontar Hiroshima en el teatro, acabaras en una Hiroshima real¡±. Esta frase, de Edward Bond, ofrece el mejor argumento contra aquellos que se oponen a las descripciones detalladas de la violencia sexual y otras atrocidades, con la excusa de que forman parte de la misma violencia que dicen analizar. Para comprender de verdad la violencia sexual debemos sentirnos conmocionados, incluso traumatizados por ella; si nos limitamos a ver unas descripciones t¨¦cnicas y as¨¦pticas estaremos haciendo lo mismo que quienes llaman a la tortura ¡°t¨¦cnica de interrogatorio mejorada¡± o a la violaci¨®n, ¡°t¨¦cnica de seducci¨®n mejorada¡±. Para vacunarnos contra una cosa necesitamos probarla; si no, seguiremos siendo progres bien intencionados y protegidos en nuestras burbujas.
Las advertencias sobre el contenido no est¨¢n para proteger a las v¨ªctimas sino para protegernos de ellas y volverlas invisibles
?C¨®mo de seguras son esas burbujas? Sobre ellas se cierne la amenaza de la realidad social externa, pero tambi¨¦n, y de manera mucho m¨¢s insidiosa, la perspectiva de la digitalizaci¨®n radical unida al examen de nuestro cerebro (o el seguimiento de nuestros procesos corporales mediante implantes). Lo que cierne sobre el horizonte de las ciencias del cerebro es la posibilidad real de una m¨¢quina externa que nos conozca mucho mejor ¡ªbiol¨®gica y psicol¨®gicamente¡ª de lo que nos conocemos nosotros mismos: al registrar lo que comemos, compramos, leemos, vemos y escuchamos, nuestros estados de ¨¢nimo, miedos y satisfacciones, obtendr¨¢ una imagen de nosotros mucho m¨¢s exacta que la de nuestro yo consciente, que, como sabemos, ni siquiera existe como entidad consolidada. Nuestro yo est¨¢ formado por relatos que, de forma retroactiva, intentan imponer cierta coherencia en el caos de nuestras experiencias, para lo que borran las vivencias y los recuerdos que los alteran. En cambio, la m¨¢quina grabar¨¢ las discordancias y quiz¨¢ incluso podr¨¢ abordarlas de manera mucho m¨¢s racional que nuestro yo consciente.
Por ejemplo, cuando tenga que decidir si me caso o no, la m¨¢quina registrar¨¢ todas las distintas inclinaciones que me atormentan, los sufrimientos y las desilusiones del pasado, que yo preferir¨ªa ocultar bajo la alfombra. ?Y por qu¨¦ no ampliar esta posibilidad incluso a las decisiones pol¨ªticas? Mi yo puede dejarse seducir repentinamente por un demagogo populista, pero la m¨¢quina tendr¨¢ en cuenta todas mis frustraciones anteriores, registrar¨¢ la incongruencia entre mis pasiones pasajeras y mis otras opiniones. ?Por qu¨¦ no dejar que vote ella en mi lugar? Es f¨¢cil defender esta opci¨®n con un argumento muy cre¨ªble: no se trata de que el ordenador que registra nuestra actividad sea omnipotente e infalible, es simplemente que, en general, sus decisiones son mucho m¨¢s acertadas que las de nuestra mente: en medicina, hace mejores diagn¨®sticos que un m¨¦dico normal, y as¨ª sucesivamente, hasta llegar al trading algor¨ªtmico en los mercados de valores, con el que unos programas que pueden descargarse de forma gratuita est¨¢n ya obteniendo mejores resultados que los asesores financieros.
No solo se censuran experiencias reales, sino tambi¨¦n la ficci¨®n, como vemos en numerosas universidades de EE UU
Incluso defensores del nuevo mundo cient¨ªfico tan famosos como Dawkins y Pinker, despu¨¦s de escribir cientos de p¨¢ginas que desenmascaran el libre albedr¨ªo y la libertad de elecci¨®n, acaban respaldando el liberalismo pol¨ªtico. Sin embargo, como ha se?alado Yuval Harari, en la actualidad, ¡°el liberalismo no est¨¢ amenazado por la idea filos¨®fica de que ¡®no hay individuos libres¡¯, sino por tecnolog¨ªas concretas. Estamos a punto de encontrarnos ante una avalancha de dispositivos, herramientas y estructuras incre¨ªblemente ¨²tiles que no dejan ning¨²n espacio al libre albedr¨ªo del individuo. ?Podr¨¢n sobrevivir la democracia, el libre mercado y los derechos humanos a esa avalancha?¡±
Y, si el desarrollo deja obsoleto al homo sapiens, ?qu¨¦ vendr¨¢ despu¨¦s? ?Un homo deus post-humano (con unas capacidades tradicionalmente consideradas divinas), o una m¨¢quina digital casi omnipotente? ?La singularidad (la conciencia global), o la inteligencia ciega e inconsciente? La perspectiva m¨¢s realista es la de una divisi¨®n radical, mucho m¨¢s marcada que la divisi¨®n de clases, dentro de la propia sociedad humana. En un futuro pr¨®ximo, la biotecnolog¨ªa y los algoritmos inform¨¢ticos unir¨¢n sus poderes para trasladar gradualmente la diferencia de clases a la constituci¨®n biol¨®gica de nuestros cuerpos: las clases dominantes se ir¨¢n convirtiendo cada vez m¨¢s en una raza aparte, y las distintas razas estar¨¢n biogen¨¦ticamente reguladas.
En su libro In the World Interior of Capital, Peter Sloterdijk demuestra que la globalizaci¨®n capitalista no representa s¨®lo la apertura y el triunfo, sino tambi¨¦n un mundo encerrado en s¨ª mismo que separa lo que est¨¢ dentro de lo que est¨¢ fuera. Los dos aspectos son indivisibles: la dimensi¨®n global del capitalismo se apoya en la forma de introducir una dr¨¢stica divisi¨®n de clases en todo el mundo, una separaci¨®n entre los que est¨¢n protegidos por esa esfera y los que se han quedado fuera. Imaginemos una c¨²pula gigante y transparente (como las que aparecen en pel¨ªculas como Zardoz, Elysium o Los juegos del hambre) que mantiene la ciudad a salvo de su entorno contaminado, con aseos en los que pueden entrar los transexuales y que garantizan que ya no existe ninguna segregaci¨®n... en una ciudad que es en s¨ª una zona segregada.
Y esto nos lleva de nuevo a las advertencias: los ricos se encerrar¨¢n cada vez m¨¢s en su burbuja para evitar que su sensibilidad quede herida si entran en contacto con las clases inferiores. Las advertencias sobre el contenido no est¨¢n para proteger a las v¨ªctimas sino para protegernos de las v¨ªctimas (inmigrantes, refugiados, violadores y terroristas) y volverlas socialmente invisibles. Este mundo dividido, que tiene cada vez m¨¢s miedo de s¨ª mismo, es la realidad del mundo capitalista, liberal, globalizado y unido que imagin¨¢bamos hace 25 a?os.
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