Los destinos favoritos de 20 corresponsales de EL PA?S
Ya sea en las ant¨ªpodas o cerca de casa, siempre es buena idea dejarse aconsejar por quienes mejor conocen el lugar. En este caso, por quienes trabajan sobre el terreno, se mezclan con su gente y descubren las mejores pistas para vivirlo plenamente
De Portugal a China, pasando por Marruecos, Estados Unidos o Argentina, 20 periodistas de EL PA?S se?alan los lugares m¨¢s especiales del territorio en el que viven. Una mirada alejada de los t¨®picos tur¨ªsticos.Europa
Portugal Los vestigios del convento de Cristo en Tomar
Tereixa Constenla
Los templarios son como los dinosaurios. Especies extinguidas hace tiempo que conservan el poder de excitar la imaginaci¨®n. Los devotos de las cruzadas devoran novelas fantasiosas y buscan huellas borradas entre las ruinas. Para ellos, el convento de Cristo, en Tomar (unos 130 kil¨®metros al norte de Lisboa), es un regalo excepcional. Pocos vestigios tan bien conservados permiten recrear los d¨ªas de ardor templario como la charola del convento de Cristo, erigida en el siglo XII, cuando el reino portugu¨¦s daba sus primeros pasos liberado de la Corona de Castilla y Le¨®n. El 1 de marzo de 1160 los templarios, que hab¨ªan recibido tierras del primer rey de Portugal, Afonso Henriques, comenzaron las obras. El lugar elegido permit¨ªa vigilar una gran llanura y anticipar ataques. El oratorio rom¨¢nico central del convento imit¨® el Santo Sepulcro de Jerusal¨¦n, donde los templarios desplegaban devoci¨®n y furia. Sus ocho pilares se elevan con la ambici¨®n de aquellos monjes soldado que sent¨ªan ganar el cielo mientras hac¨ªan la guerra con la cruz patada en el pecho. Tras la extinci¨®n templaria, el castillo y el convento se engrandecieron con obras de estilo manuelino en el siglo XVI, como la sofisticada ventana de la sala capitular. Hoy es uno de los monumentos m¨¢s singulares del pa¨ªs, y patrimonio mundial de la Unesco desde 1983.
Francia Los rincones de un barrio ajeno al turista, en Belleville
Daniel Verd¨²
En las ciudades como Par¨ªs, donde la presi¨®n inmobiliaria y el turismo funcionan como una onda expansiva conc¨¦ntrica, la vida, la m¨¢s interesante, se traslada a veces a determinados barrios alejados del n¨²cleo donde se fotograf¨ªan los visitantes. Sucede as¨ª tambi¨¦n con Belleville, en el 20? distrito de la capital francesa, un lugar de callejuelas empinadas, miradores y parques que esconde uno de los barrios m¨¢s interesantes de la ciudad. Son una delicia la Villa de l¡¯Ermitage, cuya entrada se sit¨²a a la altura del n¨²mero 35 de la Rue des Pyr¨¦n¨¦e, o el impresionante parque de la Buttes-Chaumont, donde se puede tomar un aperitivo en el Rosa Bonheur, bistr¨® LGTBIQ+ friendly donde tambi¨¦n celebran buenas juergas los domingos. La multiculturalidad del barrio, una mezcla entre banlieu y antigua tradici¨®n, puede saborearse tambi¨¦n en algunos de sus restaurantes sencillos, como el bar Fleuri, que sirve el pollo con patatas m¨¢s digno (de granja normanda) y barato de Par¨ªs (6,86 euros). El precio corresponde todav¨ªa al del cambio del franco al euro en 2002; entonces el plato costaba 45 francos. Pero, entre todos, emerge una joya de la cocina como es el Baratin, uno de los sitios preferidos de los chefs para comer. Recetas francesas y una carta de vinos estupenda, con especial atenci¨®n a los naturales.
El Reino Unido La quintaesencia de lo ingl¨¦s no est¨¢ en Londres, est¨¢ en York
Rafa de Miguel
Es un secreto a voces. Para conocer Inglaterra hay que escapar de Londres. A dos horas de tren de la capital se encuentra una ciudad, York, quintaesencia de lo ingl¨¦s. Todo transcurre m¨¢s lento all¨ª, y se respira la elegancia brit¨¢nica. Su catedral del siglo XIII es una de las expresiones m¨¢s hermosas del g¨®tico que puebla toda la isla. El barrio de Shambles, con sus casas inclinadas a ambos lados de la principal calle, hasta formar casi un arco, invita a perderse en sus peque?os comercios y en sus tradicionales pubs. Es obligatorio tomar el afternoon tea en Bettys, en St Helen¡¯s Square. Una joya del art d¨¦co y lugar de encuentro de lugare?os y turistas. No se puede reservar, hay que hacer fi la. Merece la pena. Las teteras de plata repujada con el famoso t¨¦ de Yorkshire o los bollos scone con mermelada y mantequilla son parada obligatoria. Y a apenas 50 minutos en autob¨²s desde York, el castillo de Howard. Para los mit¨®manos de aquella maravillosa serie de los a?os ochenta Retorno a Brideshead, la fastuosa casa de campo donde se rod¨® la versi¨®n televisiva de la novela de Evelyn Waugh. Perderse por sus jardines, o rodear la fuente con la estatua de Atlas que pint¨® en sus bocetos Charles Ryder (Jeremy Irons) mientras su amigo Sebastian Flyte (Anthony Andrews) sorb¨ªa champ¨¢n, ayuda a entender la eterna fascinaci¨®n por el paisaje campestre brit¨¢nico.
B¨¦lgica Charleroi y su belleza en el toque decadente
Mar¨ªa Sahuquillo
Algunos dir¨¢n que Charleroi es la ciudad m¨¢s fea de B¨¦lgica. Es indudablemente gris, como otras localidades de Valonia, la regi¨®n franc¨®fona, pero tambi¨¦n tiene algo, un toque decadente, un rastro de un pasado en el que fue punta de lanza de la Revoluci¨®n Industrial. Si, adem¨¢s, se llega a Charleroi desde la estaci¨®n de Midi de Bruselas la experiencia es completa. Un turista al uso pasear¨ªa por la zona del Ayuntamiento, el campanario o la iglesia de San Crist¨®bal y almorzar¨ªa o cenar¨ªa las especialidades belgas. Pero la verdadera esencia de Charleroi, que fue clave para que B¨¦lgica se convirtiese en el pa¨ªs m¨¢s industrializado de Europa (por detr¨¢s del Reino Unido), es a la desindustrializaci¨®n europea. En sus a?os buenos, a finales del siglo XIX y principios del XX, fue un centro minero importante con la mina Bois du Cazier, en Marcinelle. En 1956, 262 trabajadores ¡ªmuchos de ellos, italianos¡ª perdieron la vida en un accidente. Hoy, Bois du Cazier es patrimonio mundial seg¨²n la Unesco, y se ha convertido en un museo en el que recordar no solo el accidente sino ese pedazo de la historia de Europa. Un monumento al pasado, a la era del carb¨®n y las consecuencias de su decadencia, que desprenden las calles grises, las casas bajas y las plazas m¨¢s alejadas del centro de una ciudad que tiene aeropuerto (el de Bruselas-sur, para vuelos de bajo coste) pero en la que nadie apenas se queda.
Italia Huir de la masificaci¨®n voraz en Ferrara
??igo Dom¨ªnguez
Italia es inagotable y, adem¨¢s, la masifi caci¨®n tur¨ªstica que devora Roma, Florencia o Venecia aconseja buscar carreteras secundarias. Por ejemplo, en esa zona bienaventurada de la llanura donde se suceden Mantua, Verona, Padua, Parma, M¨®dena¡ y Ferrara. Ferrara es una ciudad encantadora que en invierno fl ota en la niebla del Po, y caminar por el empedrado del Corso Ercole I d¡¯Este, desde el castillo hasta el Palazzo dei Diamanti, es una experiencia fuera del tiempo, aunque solo sea porque apenas pasan coches y no hay una sola tienda. Es la ciudad de El jard¨ªn de los Finzi-Contini (1962), la novela de Giorgio Bassani, que se adentra en una de las heridas de la ciudad, la deportaci¨®n de la comunidad jud¨ªa durante la ocupaci¨®n nazi, igual que un paseo por el gueto. Hay un impresionante museo arqueol¨®gico poco conocido, pero la joya m¨¢s desconocida es el Palazzo Schifanoia. En la decadencia del lugar el sal¨®n principal lleg¨® a ser el almac¨¦n de una f¨¢brica, hasta que en el siglo XIX se retir¨® la pintura de las paredes y emergieron decenas de metros de frescos verdaderamente fascinantes. Si, adem¨¢s, durante la escapada uno come cappellacci di zucca, pasta rellena de calabaza, sabe con seguridad que un d¨ªa volver¨¢.
Alemania Un entorno profundamente alem¨¢n en Lubmin
Marc Bassets
A primera vista, no hay nada atractivo en el municipio de Lubmin, a orillas del mar B¨¢ltico. Al contrario. Lubmin tiene al lado una central nuclear de la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana ya cerrada, y la terminal del gasoducto Nord Stream, que trajo el gas ruso a Alemania hasta la invasi¨®n de Ucrania en 2022. Pero luego el visitante camina por el paseo mar¨ªtimo con hoteles familiares y avista en el horizonte los acantilados de la isla de R¨¹gen que pint¨® Caspar David Friedrich, y entonces se olvida f¨¢cilmente del entorno. O se acerca en bicicleta a Peenem¨¹nde, el ¡°Cabo Ca?averal hitleriano¡±, donde la Alemania nazi desarroll¨® su programa de misiles que en parte ser¨ªa el embri¨®n del programa espacial de la NASA. Durante la Guerra Fr¨ªa veraneaban aqu¨ª los germano-orientales y la jerarqu¨ªa del r¨¦gimen; ahora es un mar caliente donde se juega el choque con Rusia. Uno tiene la impresi¨®n de ba?arse en el mar de todos los conflictos: los de la historia y los del presente. Es esta mezcla (la playa paradisiaca y la central nuclear, los paisajes y los gasoductos, las ruinas del nazismo y del comunismo) lo que tal vez explique el magnetismo de este lugar tan profundamente alem¨¢n. Tan europeo.
Pa¨ªses Bajos Una librer¨ªa en la iglesia de los Dominicos, en Maastricht
Isabel Ferrer
Charles de Batz-Castelmore, m¨¢s conocido como D¡¯Artagnan, el mosquetero franc¨¦s inmortalizado por Alejandro Dumas con grandes licencias literarias, muri¨® en el asedio a la ciudad neerlandesa de Maastricht. Ocurri¨® durante la guerra francoholandesa (1672-1678), y el relato de sus haza?as, llevadas tambi¨¦n al cine, puede encontrarse en la librer¨ªa Dominicana (Boekhandel Dominicanen), abierta desde 2006 en la antigua iglesia de los Dominicos de Maastricht. Este es el uso reciente de un templo g¨®tico del siglo XIII que perdi¨® hace 200 a?os su funci¨®n sagrada y ha tenido cometidos ins¨®litos. Fue almac¨¦n, sala de conciertos y exposiciones, serpentario, palacio de boxeo, dep¨®sito de bicicletas y hasta escenario de carnaval. Hace casi dos d¨¦cadas, los arquitectos Merkx y Girod lo convirtieron en librer¨ªa respetando naves y capiteles, y los tomos han sido integrados en una estructura de estanter¨ªas de acero negro de dos pisos a los que se accede por unas escaleras o en ascensor. Hay una cafeter¨ªa en el ¨¢bside y un espacio para conciertos, debates y conferencias. Esta reencarnaci¨®n tal vez sorprenda, pero la iglesia-librer¨ªa atrae a lectores y visitantes por igual, y es un santuario de libros. Unos objetos preciosos guardados en un entorno dif¨ªcil de superar.
Asia
Turqu¨ªa En el Bazar de los Ferreteros de Estambul
Andr¨¦s Mourenza
Si esta zona fuera una receta, sus instrucciones pasar¨ªan por introducir en una coctelera mil a?os de historia, todos los estilos arquitect¨®nicos y un buen pu?ado de tuercas y tornillos; agitar profusamente, y esparcir sin orden ni concierto. Estambul abruma siempre por sus numerosas capas de historia superpuestas, pero si hay una parte de la metr¨®polis turca que conserve la ca¨®tica belleza y la vitalidad a¨²n no malograda por las riadas de turistas en busca de poses para Instagram es Per?embe Pazar? (conocido como el Bazar de los Ferreteros), un d¨¦dalo de callejuelas que se desparraman por la ladera de la colina que domina la torre de G¨¢lata hasta el Cuerno de Oro. Palacios venecianos y genoveses, lonjas otomanas y edifi cios decimon¨®nicos sirven de ferreter¨ªas, almacenes y talleres donde lo mismo se fabrican que se venden muelles, piezas de maquinaria, campanas o timones de barco. El barrio alberga joyas como la mezquita de los ?rabes, antigua iglesia g¨®tica convertida en templo para los musulmanes andalus¨ªes expulsados de la Pen¨ªnsula, o el Kur?unlu Han, un caravasar levantado por el arquitecto que cre¨® el canon del clasicismo otomano, Mimar Sinan, sobre la base de una catedral. Para terminar, la avenida de los Bancos, que explora todas las corrientes arquitect¨®nicas de los siglos XIX y XX, desde el neoclasicismo y el modernismo hasta el estilo ulusal (nacional).
Jap¨®n Templo de Yoyogi Hachimangu, en Tokio
Gonzalo Robledo
Escondido en lo alto de una colina boscosa en una de las principales avenidas de Tokio, el templo Yoyogi Hachimangu es un microcosmos de la espiritualidad, la historia y la naturaleza de Jap¨®n. Por una escalera de piedra se sube hasta un arco sinto¨ªsta tori, tambi¨¦n de piedra, donde recomiendan dejar atr¨¢s todas las preocupaciones. Fundado en el siglo XIII, el edifi cio principal venera al dios guerrero Hachiman, y es una lecci¨®n de arquitectura medieval con ensamblajes de madera sin clavos, g¨¢rgolas y techo mixto de dos y cuatro aguas. Los colegios vienen a estudiar la r¨¦plica de una vivienda de la era Jomon (14.500 a 300 antes de Cristo) construida sobre un yacimiento arqueol¨®gico hallado a mediados del siglo pasado. Sus hayas y alcanfores tienen fama de ofrecer recargas de energ¨ªa vital y, a menudo, alguien de la far¨¢ndula o el mundo cultural viene a pedir protecci¨®n y prosperidad. Aqu¨ª es donde Hirayama, el protagonista de Perfect Days, la pel¨ªcula de Wim Wenders, fotograf¨ªa cada d¨ªa un concepto est¨¦tico cuya desconcertante sencillez defi ne la esencia del minimalismo nip¨®n: Komorebi, o la luz del sol que se fi ltra a trav¨¦s de las hojas de los ¨¢rboles.
China Dunhuang, un oasis en el desierto
Guillermo Abril
Wang Wei, poeta chino del siglo VIII, escribi¨®: ¡°Apuremos otra copa de vino / Pues, ya al oeste del paso de Yangguan, no habr¨¢ m¨¢s amigos¡±. La vieja fortaleza semiderruida es una verruga parda en lo alto de una colina de arena. El lugar resiste en pie como un s¨ªmbolo de la ancestral Ruta de la Seda. El punto marcaba hace cientos de a?os los confi nes del imperio chino: m¨¢s all¨¢, hacia el oeste, era territorio desconocido, repleto de enemigos, pero por aqu¨ª tambi¨¦n pasaban los caminos que conectaban con otras naciones interesadas en comerciar. Envuelto en el paisaje ¨¢rido del desierto del Gobi, los turistas que llegan a la zona son en su mayor¨ªa chinos: queda lejos de otros destinos habituales entre los viajeros internacionales. Pero merece la pena el desv¨ªo. En unos pocos kil¨®metros a la redonda, en torno a la ciudad de Dunhuang, en la provincia occidental de Gansu, esta encrucijada ancestral concentra un pu?ado de lugares hist¨®ricos. Aqu¨ª se pueden ver fragmentos de la Gran Muralla levantada en el siglo II antes de Cristo, erosionada por los fuertes vientos del desierto; visitar las grutas de Mogao, un espectacular conjunto budista de celdas y santuarios rupestres, patrimonio de la Unesco, cuyas primeras cuevas son del siglo IV, o disfrutar del cl¨¢sico paseo en camello, cuya traves¨ªa se mezcla con quienes se lanzan con esqu¨ªs o trineo por las gigantescas dunas del oasis de Mingsha.
Am¨¦rica
Estados Unidos Cabo Ca?averal, testigo privilegiado de la vuelta a la Luna
Miguel Jim¨¦nez
Septiembre de 2025 est¨¢ marcado en el calendario de la NASA como fecha tentativa para Artemis II, la primera misi¨®n tripulada alrededor de la Luna en medio siglo. La nave partir¨¢ de Cabo Ca?averal, que ha convertido el lanzamiento de cohetes en uno de los atractivos tur¨ªsticos de esa zona del este de Florida. Adem¨¢s de una instalaci¨®n operativa de la NASA, el Centro Espacial Kennedy es tambi¨¦n un parque tem¨¢tico que permite sumergirse en la historia de la exploraci¨®n espacial con sus exposiciones y experiencias. Uno puede tocar una piedra lunar, apreciar la magnitud del cohete Saturno V, asistir a la recreaci¨®n del lanzamiento del Apolo 8 con toda la parafernalia de una sala de control de la ¨¦poca o pasearse entre cohetes, lanzaderas y transbordadores. El centro vende entradas para presenciar los lanzamientos de cohetes, muchos de ellos de SpaceX, la compa?¨ªa de Elon Musk. La zona ofrece mucho m¨¢s que turismo espacial. Hay playas ¡ªla gigantesca tienda Ron Jon hace las delicias de los surferos¡ª, un museo del Mago de Oz, parques de aventuras, paseos en planeadoras cerca de los cocodrilos ¡ªque tambi¨¦n se pueden degustar en fritura¡ª y, a poco m¨¢s de una hora, todos los parques de atracciones de Orlando.
Estados Unidos El Sendero de la Libertad, en Boston
Mar¨ªa Antonia S¨¢nchez-Vallejo
Boston, la ciudad m¨¢s europea de EE UU, con su fachada atl¨¢ntica y sus coquetos campus, encierra toda la historia del pa¨ªs y una fant¨¢stica propuesta para recorrerla: el Sendero de la Libertad, su principal atracci¨®n tur¨ªstica. A lo largo de casi cuatro kil¨®metros, conecta 16 lugares de importancia nacional: de cementerios hist¨®ricos en pleno casco urbano a iglesias, una estatua de Benjamin Franklin, la casa de Paul Revere (h¨¦roe de la guerra de Independencia) e incluso una fragata. Boston es uno de los pocos lugares de EE UU donde se puede disfrutar de lugares hist¨®ricos a diario, porque est¨¢n insertados en su trama urbana. El recorrido no tiene p¨¦rdida: est¨¢ bien marcado por un hilo de ladrillos rojos en el pavimento, y las paradas incluyen buenos carteles explicativos, con acceso gratuito a la mayor parte de los sitios. Arranca en el Boston Common, el gran pulm¨®n verde de la ciudad, con etapas como el Capitolio estatal (con su c¨²pula dorada), el vibrante Faneuil Hall, hoy zona de ocio, y la fragata USS Constitution, hasta llegar hasta el monolito de Bunker Hill, en la cima de un barrio encantador. Aviso gastro: el recorrido atraviesa parte de Little Italy, donde pueden degustarse los mejores cannoli fuera de Sicilia (en Mike¡¯s Pastry, toda una instituci¨®n) y, justo al lado, en el Caff¨¦ Vittoria, el mejor ristretto de la ciudad.
Estados Unidos Pasadena, un remanso de arte, paz y cine
Mar¨ªa Porcel
A poco m¨¢s de media hora al norte de Los ?ngeles, una peque?a ciudad se ha convertido en un ideal para locales y, cada vez m¨¢s, para visitantes. Pasadena, con 150 a?os de historia, es una joya oculta del sur de California. Tras pasar su cl¨¢sico puente damos con un lugar del todo caminable, algo poco com¨²n por estos lares. Un coqueto barrio central, con tiendas, restaurantes, transe¨²ntes y mucha animaci¨®n es el coraz¨®n de una villa con un insaciable hambre cultural: adem¨¢s de teatros y salas de conciertos, tiene dos inmensos museos que valen por s¨ª solos una visita. El Norton Simon exhibe obras europeas complementadas, desde este diciembre hasta el pr¨®ximo mes de marzo, con La reina Mariana de Austria, de Vel¨¢zquez, reci¨¦n llegado del Prado madrile?o. El Huntington, por su parte, adem¨¢s de un goya, posee una biblioteca con incunables cartas de Lincoln, una biblia de Gutenberg y unos jardines para pasar el d¨ªa entero, p¨ªcnic incluido. Que no sufran quienes vengan buscando estrellas y cine, pues los encontrar¨¢n en algunos de sus lugares m¨¢s nobles: aqu¨ª est¨¢n desde el palacio de Chaplin en El gran dictador (su magn¨ªfi co Ayuntamiento) hasta la casa de Doc en Regreso al futuro (la hist¨®rica Gamble House) o el patio de la Universidad de Elle Woods en Una rubia muy legal (la iglesia de Todos los Santos) o su biblioteca, que es tambi¨¦n la del pueblo.
M¨¦xico Tlaxcala, un Estado que s¨ª existe
Carmen Mor¨¢n Bre?a
Tlaxcala no tiene mar. Est¨¢ lejos de Canc¨²n y de Acapulco, por eso queda distante de las preferencias de los turistas que buscan en M¨¦xico las aguas cristalinas y el oc¨¦ano salvaje. Pero es una opci¨®n para los que visitan la capital, a solo dos horas de viaje. Es uno de los Estados m¨¢s peque?os del pa¨ªs y de los m¨¢s desconocidos, incluso para los mexicanos, que sol¨ªan burlarse con esta frase: ¡°Tlaxcala no existe¡±. La que hoy es ministra de Turismo, Josefi na Rodr¨ªguez Zamora, fue la responsable de dar la vuelta a aquella sentencia y el ¡°Tlaxcala s¨ª existe¡± se convirti¨® en un lema de ¨¦xito. Y vaya si existe. En el peque?o Estado, a dos pasos de la capital del mismo nombre, se encuentra una de las joyas de la antig¨¹edad mexicana: el yacimiento de Cacaxtla-Xochit¨¦catl, con frisos de vivos colores que dejan ver el mejor pasado de aquellos pueblos originarios. Ocotelulco, Tizatl¨¢n y Zult¨¦pec-Tecoaque completan el rico patrimonio arqueol¨®gico de esa tierra. La capital es tambi¨¦n hermosa, m¨¢s en primavera, con las jacarandas en fl or. Desde la coqueta plaza central suben calles empedradas hasta el convento de San Francisco, una maravilla del siglo XVI donde se bautizaron con nombre espa?ol a los primeros tlaxcaltecas. Hoy es un museo que recuerda la llegada de Hern¨¢n Cort¨¦s y sus alianzas con este pueblo para entrar en Tenochtitl¨¢n, donde los mexicas levantaron su imperio. Casas de colores, una antigua plaza de toros, iglesias y miradores para la puesta de sol completan la mejor postal de la ciudad. Desde la capital parten las visitas para ver la nube de luci¨¦rnagas que enciende la noche en el bosque. M¨¢gico. Mercados y restaurantes se nutren de las tierras m¨¢s f¨¦rtiles de M¨¦xico. Una joya escondida para quienes gusten traicionar la ruta marcada.
Chile Malalcahuello, una villa en medio de las monta?as
Mar¨ªa Victoria Agouborde
A 700 kil¨®metros al sur de Santiago, en la regi¨®n de la Araucan¨ªa, escondido en la precordillera andina de Chile, est¨¢ Malalcahuello (en mapudung¨²n, corral de caballos), una villa de monta?a ideal para disfrutar su paisaje en todas las estaciones del a?o. A solo 35 kil¨®metros del volc¨¢n Lonquimay, de 2.865 metros de altura, es un destino ¨®ptimo para realizar deportes de invierno entre junio y septiembre en el centro de esqu¨ª Corralco, rodeado por araucarias milenarias. En oto?o, los raul¨ªes y ?irres ti?en los bosques de rojo y naranja y crean un escenario espl¨¦ndido para practicar senderismo en la reserva nacional Nalcas, a 40 kil¨®metros de la villa. Entre finales de primavera e inicios de verano, la ciclov¨ªa de 24 kil¨®metros que une la localidad de Manzanar y Malalcahuello, construida sobre una antigua l¨ªnea de tren, es un pasatiempo para repetir una y otra vez. La ruta, apta incluso para principiantes, est¨¢ rodeada de un sinf¨ªn de lupinos y el recorrido posee una vista privilegiada de la cordillera de los Andes. Despu¨¦s de las actividades al aire libre, una parada obligada es la panader¨ªa La Cima: sus bocadillos de masa madre y focaccias son una gran forma de terminar el d¨ªa.
Brasil Caminar por un desierto con ba?os de agua de lluvia en Len?¨®is Maranhenses
Naiara Galarraga Gort¨¢zar
El Brasil de siempre ¡ªplayas paradisiacas, la Amazonia, carnaval o las cataratas de Iguaz¨²¡ª merece sin duda una visita, pero el destino m¨¢s especial es el parque nacional de Len?¨®is Maranhenses, que se asoma al Atl¨¢ntico. Deja maravillado incluso al visitante m¨¢s viajado gracias a una combinaci¨®n excepcional, pues ofrece lo imbatible del desierto con lo mejor de las pozas de agua dulce. Kil¨®metros de dunas que forman s¨¢banas (de ah¨ª el nombre) y dibujan un bell¨ªsimo paisaje lunar con piscinas naturales azul intenso de agua cristalina. En estos tiempos acelerados, el plan es recorrerlo a pie sin cobertura ni calzado ¡ªsi acaso calcetines¡ª en un silencio absoluto sobre arena blanca con paradas para nadar en agua de lluvia. Patrimonio de la Unesco desde este 2024, conviene ir entre mayo y septiembre, al final de la temporada h¨²meda. Para adentrarse en este ecosistema de 1.500 kil¨®metros cuadrados, obligatorio el gu¨ªa y la br¨²jula. Y muy recomendable pernoctar, para ver las estrellas y el amanecer. Los locales han creado una ruta de oasis con hamacas y cerveza fr¨ªa para los turistas, cuya entrada est¨¢ limitada. Gracias a eso y a que est¨¢ muy a desmano, esta joya natural ¨²nica y fr¨¢gil resiste a la masificaci¨®n. El cambio clim¨¢tico ya es una amenaza mientras asoma un peligro novedoso: Instagram, donde triunfa.
Argentina Por la carretera de Los Seismiles en Catamarca
Federico Rivas
Hay un tesoro oculto en Catamarca, una peque?a provincia argentina al pie de los Andes ¨¢rida y calurosa. Fuera del circuito tur¨ªstico del norte del pa¨ªs, monopolizado por las provincias de Salta y Jujuy, existe una carretera nacional, la n¨²mero 60, que atraviesa en la Puna el campo volc¨¢nico m¨¢s alto del mundo. La llaman Los Seismiles, porque el viajero puede ver desde la ventanilla del coche m¨¢s de 20 cumbres que superan los 6.000 metros de altura, entre ellos el volc¨¢n Nevado Ojos del Salado, que con 6.891 metros sobre el nivel del mar es la segunda cumbre de Am¨¦rica, solo superada por 70 metros por el Aconcagua. El tramo de Los Seismiles inicia en Fiambal¨¢, un pueblo con color a adobe y costumbres andinas. Desde all¨ª se recorren 170 kil¨®metros de asfalto serpenteante hasta el paso fronterizo de San Francisco, en el l¨ªmite entre Argentina y Chile. Al fi nal del recorrido se estar¨¢ a 4.700 metros de altura, una prueba de resistencia f¨ªsica que puede superarse con ¨¦xito si se procura tomar abundantes cantidades de t¨¦ de coca (se consigue en supermercados). Es recomendable en el regreso hacer noche en el hotel Cortaderas, ubicado a mitad de camino, en medio de la aridez del desierto. El cielo nocturno, sin contaminaci¨®n alguna, es una experiencia ¨²nica.
Colombia Leticia, la puerta al Amazonas
Juan Diego Quesada
En un tiempo en el que la selva se ha convertido en un lugar a descubrir, nada mejor que hacerlo desde Leticia, una ciudad colombiana a las puertas del Amazonas. Se encuentra en el l¨ªmite entre Brasil y Per¨² y, nada m¨¢s empezar a recorrerla, al visitante lo recibe una bandada de loros. En el mercado local se encuentran productos ex¨®ticos que uno nunca ha visto antes, como el piraruc¨², un pescado de hasta cinco metros de largo y m¨¢s de 200 kilos. El llamado malec¨®n tur¨ªstico no es nada extraordinario, pero merece la pena quedarse a observar la forma en la que los comerciantes locales, con sus barcas, llevan y traen productos a la tierra que se ve al otro lado, que pertenece a Per¨². Adentrarse en la selva supone la experiencia m¨¢s extraordinaria, a tanta profundidad como uno quiera. Aqu¨ª toca levantarse antes del amanecer, para iniciar caminatas en las que ver p¨¢jaros ¡ªporque Colombia es el pa¨ªs con mayor diversidad de aves del mundo¡ª, monos y jaguares, que no representan ning¨²n peligro si no se sienten acorralados. Resulta obligatorio navegar el r¨ªo Amazonas, lleno de delfi nes rosados, y visitar pueblos de distintas etnias, que llevan viviendo en este entorno salvaje desde que se invent¨® el mundo. Para acabar, ?por qu¨¦ no dar el salto a Brasil? Basta con acercarse a la frontera y cruzar un cartel que anuncia que se sale de Colombia, sin que pidan pasaportes ni visados. Igual ocurre en el Amazonas, donde no hay dios ni patria, solo la vida pura y dura en su estado m¨¢s n¨ªtido.
?frica
Marruecos Chauen, un ensue?o azul que desborda la pantalla
Juan Carlos Sanz
Las dos entregas de Gladiator, de Ridley Scott, han situado las alcazabas de Uarzazat en los mapas de los viajeros, que dif¨ªcilmente se tropezar¨¢n aqu¨ª con visitantes locales. Ha sido una serie de televisi¨®n ¨¢rabe ¡ªBnat Lalla Mennana, inspirada en La casa de Bernarda Alba, de Federico Garc¨ªa Lorca¡ª la que ha atra¨ªdo estos a?os a cientos de miles de marroqu¨ªes a las empinadas calles te?idas de azul de la medina de Chauen, o Chefchaouen, oculta entre las monta?as del Rif bereber. Parece llegado el momento de emular un fen¨®meno de turismo cinematogr¨¢fi co ¨²nico en el Magreb. El reciente estreno en la plataforma global Netflix del fi lme Una aventura en Marruecos, en el que Chauen sirve de escenario para una escapada de la pareja protagonista ¡ªLaura Dern, de 57 a?os, y Liam Hemsworth, de 34¡ª, es un buen pretexto. Hay que apresurarse antes de que, como ya sucedi¨® el pasado verano, la masiva presencia de visitantes nativos y for¨¢neos desborde este antiguo refugio de musulmanes y jud¨ªos andalus¨ªes; ciudad santa isl¨¢mica que tambi¨¦n fue plaza fuerte del Protectorado espa?ol. Tras las puertas de la muralla hay fuentes y cascadas, mezquitas y zocos, pintorescas terrazas de caf¨¦s¡ pero sobre todo hay un paisaje irrepetible que ti?e la memoria de azul¨®n y a?il a quien guste de callejear y salir de las pantallas cotidianas para protagonizar sus propios recuerdos.
Egipto El lado mediterr¨¢neo del pa¨ªs, en Alejandr¨ªa
Marc Espa?ol
Para muchos viajeros, Egipto es el pa¨ªs de los faraones, de los cruceros por el Nilo, del desierto y las playas del mar Rojo. Su rica faceta mediterr¨¢nea, en cambio, suele quedarse sin explorar. Su m¨¢xima expresi¨®n es Alejandr¨ªa, la perla del Mediterr¨¢neo fundada por Alejandro Magno que ha sucumbido, se ha reinventado y ha renacido desde entonces en numerosas ocasiones. La huella de la Alejandr¨ªa grecorromana es hoy limitada, pero los m¨¢s curiosos a¨²n la pueden divisar entre las ruinas de Kom El Deka, que incluyen un teatro romano, sus catacumbas y la solitaria columna de Pompeyo. Al oeste de la ciudad, en Abusir, se mantiene de pie una torre construida en ¨¦poca ptolemaica a imagen y semejanza del ic¨®nico faro de Alejandr¨ªa. Hoy la ciudad es la m¨¢s poblada del Mediterr¨¢neo y es m¨¢s conocida por su bah¨ªa central y un largo paseo mar¨ªtimo, el legado arquitect¨®nico de su ¨²ltima ¨¦poca dorada (hace un siglo), edifi cios como el fuerte de Qaitbay y el palacio de Montaza, y un manso tranv¨ªa. Hogar del gran poeta Constantino Cavafis, la Alejandr¨ªa m¨¢s mediterr¨¢nea sobresale en sus restaurantes de pescado, espaciosos caf¨¦s, mercados y librer¨ªas callejeros, y unos residentes cautivados por el mar.
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